Design thinking para el desarrollo de productos turísticos

Tendencia, moda, varita mágica o el modelo ideal para aplicar la innovación y transformarse en el salvador de diversos sectores económicos que buscan fórmulas para evitar el declive o pérdida de su competitividad.

El Design thinking (DT) no es ni uno ni lo otro, no hay que considerarlo como el mesías, sirve y funciona en muchos casos, otros no, pero los resultados dependerán de varios factores que los encargados de su puesta en marcha deberán prestar atención si quieren lograr el éxito.

Tal como lo describe Diego Rodríguez en el blog de Consulting Design, "el pensamiento en diseño (Design thinking) es un concepto que puede simplificarse en pensar como diseñadores al momento de querer innovar/desarrollar productos o servicios (en nuestro caso las experiencias turísticas), es usar el método que tienen los diseñadores para la resolución de problemas. Es una manera de pensar íntegradamente que puede ser aplicada a todos los componentes del negocio".

Este concepto surge alrededor del año 2005, pero el punto de inflexión es cuando Tim Brown, CEO de IDEO (empresa de diseño global), publica un artículo sobre el tema en la revista Harvard Business Review de Junio de 2008, siendo portada de la misma. 

Design thinking, Tim Brown

Esta metodología esta compuesta de siete etapas: definir, investigar, idear, prototipar, seleccionar, implementar y aprender, o también, se puede resumir en tres momentos claves, que son la comprensión (insight), ideación y prototipar, todo esto con el objetivo de facilitar la innovación y perfectamente puede replicarse en los distintos sectores. 

En el rubro turístico, diseñar un producto/servicio turístico muchas veces se transforma en una verdadera odisea si no se cuenta con la metodología o estrategia adecuada, en especial para aquellos que no cuentan con la formación o nociones básicas de dicha industria turística, acostumbrándonos a tener enormes inventarios o listados de actividades que no ofrecen una real experiencia al visitante ni mucho menos ofertan nuevas fórmulas de vivir o interactuar con los atractivos de un destino turístico.

Tenemos que recordar las palabras de que un producto turístico es la suma de componentes tangibles e intangibles que ofrecen distintos "beneficios" al turista, que incluyen los bienes, recursos, infraestructuras, equipamientos, servicios, ingeniería de gestión, imagen de marca y precio, es por ello, que al momento de elaborar una experiencia se debe centrar la atención en lo que el cliente quiere por sobre lo que deseamos vender.

En este caso, la fase insight del Design thinking nos permite comprender o entender lo que está sucediendo con las motivaciones de los posibles consumidores de nuestros productos, para lo cual, no basta con realizar solamente estudios de mercado o determinar el perfil de la demanda, o como se plantea, es recopilar para re-evaluar. 

En nuestro caso, debemos comprender qué es lo que el turista siente y vive en cada etapa del ciclo del viaje, no solo cuando está en nuestro destino, los momentos previos como de dónde sirve la inspiración para ir a un lugar o el compartir las sensaciones durante el mismo.

La innovación no siempre es revolucionaria, es decir, no tenemos que intentar siempre crear y crear cosas nuevas, podemos tomar productos antiguos y mejorarlos con la incorporación de aplicaciones tecnológicas o móviles, que facilite al viajero su relación con el entorno, compartir experiencias o ser parte del desarrollo del mismo.

Al final, cada producto o servicio nuevo o mejorado lo que busca es diferenciarnos como empresa o destino, pero la pregunta es cómo saber si tendremos o no éxito, no hay una fórmula secreta o manera de saberlo sin probar las cosas, por lo que aquí encontramos el último paso, debemos elaborar prototipos a escala de nuestras ideas, lo que permitirá explicar de forma sencilla como funcionan dichos elementos creados sin la necesidad de incurrir en grandes inversiones que luego no tendrán eco comercial.

En turismo esto sería la evolución de los famtrips o viajes de familiarización, donde la idea es testear antes de colocar en el mercado nuestra oferta, para lo cual existe un segmento conocido como los early adopters, que son individuos que aceptan la innovación en los primeros instantes de su adopción. como también, puede ser efectivo el llevar adelante blogtrips, bloggeros turísticos que vivan las nuevas experiencias y puedan comentarlas en el mismo momento, siendo esto además una económica forma de promocionar un destino o producto.